13 agosto, 2010

El viaje

Nadie hubiera adivinado que se iba a Uruguay, así que Luisa podría llegar sin miedo de encontrarse a su esposo en el aeropuerto. Cuando mi vuelo aterrice seguramente él ya se habrá resignado, pensó. Mirar las nubes siempre le había otorgado una paz que no supo definir con otra palabra más que espiritual y, ahora que las miraba desde arriba, sintió que hizo bien en irse, que no había tomado una mejor decisión en su vida. Pero no pudo evitar imaginarse ante un juez preguntándole sus razones, y luego siendo llevada a prisión por quedarse callada. Hasta entonces se dio cuenta que si no le había dejado alguna nota o un recado en la contestadora donde explicara los motivos de su viaje, era porque ella también los desconocía.

03 agosto, 2010

Drama contado a modo de chiste

Pues ahi tienen que eran una mamá, un papá y su hijo, escuincle todavía. Era una familia... tranquila, sin grandes broncas. Pero resulta que un día a la señora le llegaron escozores de sospecha sobre la fidelidad de su marido. O dicho con más categoría, creía que el viejo andaba enchando el leño en otro hogar. No,no,no... La vieja parecía león enjaulado con su propia caca. ¡Imagínense! Nomás daba vueltas dentro sí misma, piense y piense y piense "cómo le haré para cachar a este perro cóscolo, hijo de la Bertha..." Y ya ven cómo lo complican todo las greñudas Primero imaginando lo peor de su señor esposo y luego planeando lo imposible por averiguarlo. ¡¿Pos que pregunten y ya?! Por algo es hombre uno. Uno es sincero. "¿Que tienes otra nalga, mi vida?";"no vieja, sigo teniendo dos y una raya en medio". "No seas payaso, amor, ya en serio,¿tienes a otra?"; "pues sí, gorda, pero la otra es ella y no usté, ánimo ". ¡Y ya!¿Para qué se complican, hombre? Pero el caso es que esta mujer estuvo piénsele y piénsele cómo hacerle para no rebajarse a seguir al hombre cuando salía y para no gastar en un detective privado, cuando en eso oyó al niño jugando en el patio. Le grita "¡Chepito!". Se llamaba igual que el padre. Nomás que pa distinguirlos, al papá le gritaban "¡Chepitote!" Cuando era en la calle no faltaba el volteado que contestaba "maaaande". Pero bueno, llegó Chepito. "Dime, mamá". Y le dice "mira mijito, necesito que le hagas un favor a tu mamacita; es muy sencillo, mañana en vez de irte a la escuela sigues a tu papá hasta que regrese a la casa, pero sin que se dé cuenta, y cuando vengas me platicas lo que hizo y si de casualidad lo viste con otra señora". Pero miren lo que son las cosas, porque así como son de instigosas tambien pecan de ingenuas nuestras cónyuges por creer que uno deja a la señora pa andar con otra de la edad.¡Oigan..! Y bueno, ya después de lo que le pidió al niño pregunta éste"¿y para qué, mamá? ¡La ternura de la inocencia! ¿No? Es que este era un mocoso como los de mis tiempos, no como los de ahora; bola de cabrones, ya te alburean sin que te des cuenta. "¿Para qué?", pregunta y le contesta aquella "pues es nada más para saber si tu papá no se anda queriendo conseguir otra mamá para tí". No pues el pobre con eso aceptó luego luego. Ya con ese susto... ¡Hasta dónde llegan las progenitoras, caramba!
Y así, a la mañana siguiente, se levantó el niño más temprano y luego de que salió el señor se fue tras de él. Ya en la tarde regresa el chamaco,¡pálido!. Pero ¡¡Pálido!! Y la doña, nomás de verlo "¡ándale, escúpele pa pronto, dime qué fue lo viste!" Se desapendejó como pudo el dichoso Chepito y se suelta "¡mamá, tenías razón!: mi papá nos quiere cambiar, anduvo todo el día de paseo, fue al cine, a comprar nieves y al final entró en un hotel, pero con eme, y con todo y el carro!" No... la vieja se puso histérica "¡¿con otra mujer?!", gritó ya desquiciada y le dice él "no, mi papá se consiguió otro hijo".

01 agosto, 2010

La búsqueda

Si Ernesto hubiera contestado el teléfono en vez de salir presuroso a buscar a su esposa, ella le habría dicho los motivos por los que lo abandonaba. Para fortuna de los dos, Ernesto estaba apenas lo suficientemente lejos como para confundir el sonido de la llamada con el claxon del automóvil que casi lo atropellaba. Luisa podía irse más tranquila pensando que dejarle un mensaje en la contestadora hubiera sido más cruel que su silencio; él podría continuar la búsqueda y, con un poco de suerte, disimular mejor su tristeza cruzando las calles con precaución.