01 agosto, 2010

La búsqueda

Si Ernesto hubiera contestado el teléfono en vez de salir presuroso a buscar a su esposa, ella le habría dicho los motivos por los que lo abandonaba. Para fortuna de los dos, Ernesto estaba apenas lo suficientemente lejos como para confundir el sonido de la llamada con el claxon del automóvil que casi lo atropellaba. Luisa podía irse más tranquila pensando que dejarle un mensaje en la contestadora hubiera sido más cruel que su silencio; él podría continuar la búsqueda y, con un poco de suerte, disimular mejor su tristeza cruzando las calles con precaución.