13 octubre, 2017

Cobijas

-Creo que ya no sirve, deberíamos de tirarla a la basura; desde hace mucho tiempo que dejó de funcionar, está como rota; hace ruidos todo el tiempo y, aparte, despide un olor extraño; en definitiva, deberíamos de tirarla ya.

-¿Tirarla? No lo había pensado. La verdad sí me ayudó mucho tiempo. Ha estado ahí desde antes que yo naciera y se convirtió en parte de mi vida, pero las cosas cambian y todo debe de cambiar o desaparecer; sería buena idea el que cambiara; si hubiera alguna forma en que la mandáramos a reparar, pero creo que ya no tiene solución. En verdad, ya nadie la usa, estorba y muchas veces se llena de polvo; no tengo ya ganas de estarla limpiando, se ensucia demasiado rápido, ya no se ve bien; cada vez que viene una visita debo de ocultarla para que no me critiquen por tener algo tan viejo e inservible a la vista, pero creo que la echaré de menos, te digo, ha estado en mi vida durante mucho tiempo, tampoco digo que me dolería más de cuatro horas el sentimiento, sería como aquella vez en la que tiré ese cepillo de dientes, ese de color morado que me gustaba tanto, ¡ah! Ese cepillo, tan bueno que me salió, pero las cosas se terminan y ya es hora de que ésta se vaya.

-Ya ves, si te digo que es una cosa que no vale la pena el tenerla, y con ese lugar que dejará podemos poner, no sé, quizá una planta de esas de sombra que se ven tan elegantes o se puede poner el librero que tenemos arrumbado en la habitación de fondo esas cosas son las que deberían de estar ahí y no esa que sólo pone triste a todo el que se atreve a verla, por eso desde hace mucho tiempo hago de cuenta que no existe y paso junto a ella sin siquiera voltearla a ver, me trae recuerdos, lo bueno es que tengo fotos también de esos recuerdos.

-¿Cómo se supone que nos desharemos de ella? Igual y la dejamos en una de esas casas donde agarran las cosas viejas y las guardan hasta que la polilla se las traga por completo, pero se debe de pagar, bueno, eso me han dicho, puedo estar en un error, espero.

-Dejarla en uno de esos lugares jamás, hay que ser más prácticos, mira, se sube al carro, con cuidado, claro está, no sea de malas y se rompa en el camino y tendríamos que esperar para que medio la repare el experto y sería tirarla luego, ya en el carro pues nos vamos a un lugar lejano, donde nadie nos conozca, en uno de esos barrios pobres de la cuidad, de casas hechas de adobe que quedarían a la par, ya buscamos el lugar preciso para decirle adiós, puede que junto a un contenedor de basura para si llega el camión le hagan el favor de llevársela, o se puede dejar en una calle obscura sin farolas para que nadie vea que ahí se quedó.

-Me parece buena idea; me gustó la última, pero, podríamos dejarle algo encima, una cobija, para que la lluvia no le haga algo.

-Puede, pero sería desperdiciar una buena cobija, es como tirar a la basura el dinero que ahorita ya estamos perdiendo con tenerla aquí.

-Y las cosas que tenía, ¿dónde las dejaremos?

-Se las podemos dejar, ya tienen su olor y no creo que ni remojándolas durante días se les quite; a otras personas les pueden servir esas cosas, a un vagabundo, uno de esos que se encuentran pidiendo dinero en las avenidas.

-No me siento del todo bien para hacerlo; puede luego que la conciencia me gane y quiera ir a recuperarla.

-¡Ya! Déjate de esas cosa, si quieres puedo hacerlo yo, nada más ayúdame a subirla al carro y ahorita para que no cambies de opinión.

-Está bien, déjame ir por ella.

Abuela, ven, necesito que me acompañes a un lugar…