07 agosto, 2017

desayunos



Trece de febrero. Café, sándwich sin mayonesa, mucha mostaza, sin jamón, con cebolla, jitomate, aguacate, queso, blanco y amarillo, ambos bien fundidos. El café no está bueno, demasiada azúcar y sin crema, aparte ya se me ha enfriado. El desayuno no está mal, aunque algún día trataré de probar algo diferente, los desayunos no son caros, un café, un sándwich y listo, con eso tengo para pasar la mañana sin hambre. Ahí está, tan extraño, con su suéter negro de cuello de tortuga; me alegra que haga frío, se ve tan bien vestido así. Si tuviera un hijo sería como él, qué digo un hijo, sería mejor tener un novio así; sus manos recorriendo mi espalda, las dejaría puestas sobre mí por horas, luego le mordería los labios, jugaría con su nariz, le soplaría al oído. Maldito café, ahora sí te dejaré. Anda ven para acá, pregúntame mi nombre, te invito el desayuno y, mi casa no queda lejos. Las sábanas son verdes y hacen juego con la colcha, duermo con varias almohadas y tú podrías dormir usándome.

Veintiuno de febrero. Regresaré a los sándwiches, me indigestan menos y no me salen con sorpresas de estar mal cocinados por adentro como los hot-cakes, aparte de que nunca tienen mermelada que no esté llena de migas, es detestable. Pasa, anda, aquí tengo una silla extra, no me importa si dejaste tus lentes hoy y no me puedes ver bien, yo te indico cómo soy. Si supieras que ya tengo listo el armario para que metas toda tu ropa, está abierto para ti, se encuentra tan solo, una chamarra podrías meterle, los ganchos son de madera y no arrugan las camisas; tienes un traje negro que te sienta muy bien, podrías usarlo todos los martes sólo para que te vea con él, y no tendríamos que seguir viniendo aquí por estos desayunos. Aunque no lo creas cocino muy bien.

Doce de marzo. Llueve, es raro que llueva pero más raro me sabe esto, algo extraño tiene el queso, no está tan amarillo como debiera, puede ser que el clima lo ponga así, y a ti ¿cómo te pone la lluvia? veo que no pediste hoy jugo, yo tampoco tomo café, ya lo dejé y me acompaña una malteada de fresa, entre nos te diré que no me sabe rico, extraño el café. Porqué simplemente no vienes y me hablas, así dejaría de hablar yo todo el tiempo sin verte a la cara, es más, así yo podría de preguntarme cuál es tu color favorito y me podría enterar de cuándo perdiste tu primer diente, yo no recuerdo, tú recuerdas el primer día de clases o si alguna vez te perdiste en el centro comercial, anda, ven y cuéntame esas cosas, aparte estás mojado, deja aquí tu saco, amo ese traje, te sienta muy bien.

Diecinueve de marzo. Hoy te hablaré, esperaré a que entres y te sientes en la barra, pidas el desayuno y yo me acercaré y pediré el mío ahí mismo, tomaré dos asientos luego del tuyo, cuando me lo sirvan te pediré la sal y tú me pedirás las servilletas, tendrás una o dos mordidas para decirme que quieres ir a mi casa, yo te diré que antes tendremos que pasar a la tienda por leche para la cena, te haré un pastel, creo que te gusta el chocolate, el otro día compraste una rebanada de pastel de chocolate y sí la terminaste no como cuando comiste pay, luego de cenar el pastel te diría que si vemos una película, alguna francesa, me quedaría dormida a mitad de ella para que me cobijaras. A la mañana siguiente saldrías sin decirme nada, quizá yo debería de pensar que huiste, eso me pondrá triste pero al poco rato de que me secara las lágrimas tú regresarías con el desayuno, un sándwich, una malteada para mí, lo habitual para ti y también traerías tu traje, buscarías en el armario alguno de los ganchos que te compré.

Veinte de marzo. Me pasas la sal, y tú dijiste: "claro, toma" ya con ella en la mano me levanté y me fui al baño, me vi al espejo y ahora estoy aquí nuevamente, hola, eso debí de haber dicho, decirte mi nombre y tú debiste de hacer lo que yo había pensado pero no, sólo tomé la sal y me fui. ¿Qué pediste hoy? esos parecen huevos con algún tipo de salsa, obvio aquello es pan tostado y un jugo de naranja, mañana es sábado y almorzaré en mi casa, podrías estar ahí, algo de pan con mermelada, o puede ser fruta y yogurt, la sal podría ser el tema de conversación, alguno de los dos mencionaría que es mala para la salud en exceso por lo del sodio. No puede ser, terminaste de comer antes que yo, luego nos vemos.

Veintiuno de abril. Saliste de vacaciones o dónde estabas, porque tenía mucho tiempo sin verte, fuiste a la playa, sabes nadar entonces, sí, aparentas que sabes nadar, yo no lo sé hacer, en realidad no tengo un gran gusto por el agua, la tomo y me baño con ella pero fuera de eso los días donde abunda no son de mis preferidos, me pone triste un día lluvioso, lo único bueno que tiene es que puedes dibujar sobre las ventanas, luego de eso no se puede hacer nada. Quisiera ir a la playa, sí, ya dije que no me gusta mucho el agua pero por favor, es la playa, el mar, es irse por un tiempo a escuchar gritar a las olas, aunque te veo muy pálido, quizá no fuiste a la playa sino que estuviste enfermo todo este tiempo, porqué no me dices que estás enfermo, te llevaría el medicamento hasta la cama y te leería algo. Yo he estado bien, todo es igual por aquí, espera, creo que dijiste algo, te me estás acercando.

Tres de mayo. "no me gusta este lugar, aparte la comida es mala y se tardan años en atenderte" me dijiste cuando te habías acercado por fin a mí "pero es barata, es lo único bueno que hay y, me queda cerca del trabajo", remataste con eso, luego me preguntaste mi nombre y me dijiste el tuyo. Fuimos a tu casa y me dijiste en lo que trabajabas, platicamos por horas y luego de eso salimos a caminar un poco, llegamos hasta mi casa, me tomaste por la espalda y me besaste, dormimos juntos, ya era de mañana y no estabas, me fui a la sala y me pensé abandonada, de una sola noche, alguien tocó a mi puerta -Lo sentimos, lo han atropellado y el responsable se fue, lo sentimos mucho, traía esto- Era el desayuno, pero no traías ningún traje, ya habría tiempo para que lo trajeras luego -No sufrió mucho-. Sigo tomando el desayuno en el mismo lugar aunque ahora son huevos con jugo.