29 julio, 2017

Y a Veces la Luna

Y será como el que tiene hambre y sueña,
 y he aquí que come, pero cuando despierta,
 su alma está vacía...

Ayer tuve una serie de sueños. Aunque que en realidad no sé si estaba despierto o dormido, (ya que veía mi habitación, las paredes y mis pies, a veces me sentía acostado de lado; con los ojos abiertos). Cada vez que parpadeaba algo pasaba: veía una tortuga y juntos creábamos el universo. Estaba sentado en la cama, luego me acosté, y no había nada –ni cielo, tierra o cobijas-, escuché una voz, la busqué, porque ya me encontraba de pie sin saber cómo pasó, y de lejos venía, era enorme y, a cada paso, se volvía más y más pequeña... llegó a mi lado, no más grande que mi mano, y me dijo -Yo aquí y tú allá, yo allá y tú aquí, pero yo primero, Cómo que tú primero, le respondía, y yo allá qué hago y aquí qué haré, Abrió la tortuga su boca desdentada, salió de ella un sonido extraño, como si tuviera algo atorado en la garganta; vi alrededor, nada, esa era la nada con nada y nada en ella. Comenzó a vomitar, y saliendo de su interior una especie de río brillante, que caía más abajo de donde nos encontrábamos, parecía que estuviéramos volando porque todo lo que ella vomitaba iba formando constelaciones, galaxias, estrellas y nebulosas. Donde no había llegado nada de su vómito se creaba un agujero negro, volteé arriba y vi que su marea de nauseas estaba subiendo por encima de nuestras cabezas, pasó un cometa a mi derecha, lo busqué y las almohadas me estaban desesperando porque me molestaban el cuello. Vi que mis pies seguían sobre la cama y el resto de mi cuerpo también. Esperé un poco, llegó algo como un sueño y con él un extranjero, un aliento, un amigo no olvidado, comenzamos a hacer música con la mirada, a recordar el pasado de mañana; me alcanza el calor y noto que me encuentro solo nuevamente. Me acomodo y tiro las almohadas al suelo para que le hagan compañía a una cobija. Antes de acostarme de espalda distinguí como un recuerdo flaco caminaba junto a la cama, se me quedaba viendo y se metía debajo de ella, preferí mirar al techo y lo pude escuchar –no al recuerdo-, tenía un dolor, algo que no le permitía dormir esa noche. Atravesé el techo y lo fui a buscar. No toqué, sabía dónde estaba y me preguntó si todavía él tenía que seguir dormido, Sí, todavía no se hace de día, han de ser poco después de las doce de la noche, las calles están solas, Pero ya no quiero dormir, las noches no las tolero, y no la puedo ver, ya hace más de una semana que no he podido salir sin que un girasol me ataque, Y qué quieres que haga, Que te quedes donde estoy, puede que ya no te necesite de nuevo luego de esto pero podré salir y tú luego podrás huir de aquí; Me acosté donde él estaba y salió por la ventana que está a la izquierda de la cama, sin romper el mosquitero, luego regresó, se le habían quedado las llaves para luego salir por la puerta, directo al baño, Nos vemos, no destiendas la cama. Me tapé con los brazos la cara y alguien me dice que pronto me arrinconarán con otras personas listas para ser olvidadas. Había más cosas que soñé, o imaginé… pero estoy dudando si fueron o sólo lo estoy inventando porque me cuesta dormir. Ahora estoy despierto y entiendo que sigo solo en mi cuarto y que pronto me estaré yendo. Busco una almohada y le robo el sueño, ahora los dejo.