25 julio, 2017

Camino Lateral

Es curioso el saber que se puede caminar; el usar los pies para llegar a algún lugar, un punto fijo o un sitio que estamos buscando. Es grandioso el caminar nada más por hacerlo, el no tener un rumbo fijo y aún así seguir con el viaje por un largo tiempo. Todavía camino pero no encuentro dónde hacerlo, las calles siguen ahí, los árboles, los jardines o parques no se han movido, es más, no hablan ya ni entre ellos para no perturbar nuestro recorrido; los cruceros, avenidas, edificios, todo continúa donde los hemos dejado -se les ordenó no moverse para que los ciegos se encontraran de regreso-. No me falta una pierna y mis rodillas no están jodidas, puedo correr y caerme, pero en este momento me falta una parte para hacerlo. Estoy entre paredes que me ofrecen un lugar para estirar las piernas, darles un poco de ejercicio para que no me duelan. Me pongo a pensar cómo sería ver caminar a un par de gardenias tomadas de las hojas mientras un cedro me planta, del mismo modo imagino al puente danzando y que a los niños les brotan cimientos de los dedos, les salen varillas por las ojeras y en el ombligo una puerta se les forma. Se verían caminos pavimentados con viejos, ancianos de piernas buenas serían las vías rápidas y los de espalda cansada serían para cubrir los baches que por la falta de calcio se harían. Tengo las piernas buenas como para salir a la calle y andar por los kilómetros que me faltan pero hay una cosa en el ambiente que indispone, me indispone e indispone a los otros, para salir y visitar a los que se echa de menos, tampoco puedo salir, y no porque se me prohíba hacerlo, por culpa de ese estado confuso e indescriptible del mismo hombre que nos hace comernos los unos a los otros, ese halo que se pone sobre la ciudad me enferma, y si me enfermo podría enfermar a los demás. Me gusta caminar para llegar a ningún lado y he tenido que cambiar las caminatas por el encierro, las visitas por la incertidumbre del daño a terceros y por una habitación que se vuelve tormento. Es hermoso saber que todavía logro caminar, pero de qué me sirve el poder hacerlo si sólo lo hago donde no quiero, de qué me sirven estas piernas si por el momento no las quiero, sólo quiero ser el peatón y olvidarme de lo que ha pasado y de los que se han ido de mi lado.